Empecemos a construir redes
Los catequistas tenemos vocación para el diálogo y para la diversidad. A veces, no nos sale del todo bien, pero nos basta volver la mirada y el corazón hacia Jesús catequista. Él advierte la diversidad, la considera y la incluye en su propuesta. Llama la atención y conmueve la originalidad de cada diálogo. Nicodemo, la samaritana, el recaudador de impuestos, los niños, los enfermos, los pecadores, el joven rico… A todos los incluye. Nadie queda afuera del anuncio. Con todos ellos entabla un diálogo único y personal.
Jesús animaba a los apóstoles a echar las redes mar adentro. Resulta sencillo imaginarlo junto al mar de Tiberíades remedando nudos y asegurando la fortaleza de la red. Que alcance para todos, que todos se beneficien con la pesca compartida.
La escena nos inspira también a nosotros, catequistas. Podemos empezar a construir una red. “Son necesarios los tejedores de redes, es decir, gente que dedique tiempo y esfuerzos a abrir espacios comunes de colaboración con otros individuos y entidades… Ser tejedor de redes requiere tesón y esperanza, pues todo diálogo y toda colaboración suponen una dedicación añadida al trajín de cada día; suponen apertura al otro valorando su identidad y estilo, requieren creatividad y tiempo para poner en marcha formas nuevas de trabajo común.”[1]
Los catequistas somos hombres y mujeres con fuerte sentido de pertenencia. Amamos la comunidad porque en ella encontramos al mismo Jesús vivo y presente entre todos. Al mismo tiempo, sabemos que una comunidad nunca ha de estar encerrada entre las cuatro paredes de un templo. La comunión que intentamos vivir en cada comunidad cristiana es para la misión. “La comunión es misionera y la misión es para la comunión”.[2] Porque el amor se entrega, se abre, se multiplica, se expresa, crece y se hace fecundo. El amor verdadero, el que viene de Dios que es amor, nunca permanece encerrado en las paredes de la comunidad. El amor verdadero no puede quedarse quieto y se hace misión… No le alcanza la quietud de los que se aman. Se pone en camino, sale a la búsqueda, acompaña, recibe y envía.
Las nuevas tecnologías vienen en nuestra ayuda para hacernos catequistas tejedores de redes, que no piensan sólo en su comunidad, sino que conciben a sus comunidades como nodos de una gran red, donde circulan los saberes, las intuiciones, los interrogantes y las reflexiones catequéticas de todos los que nos hemos propuesto “pensar la catequesis”.
La propuesta es simple. Hoy hay innumerables comunidades de catequistas que tienen algún espacio virtual: redes sociales, blogs, sitios, … Todos ellos son “portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización.”[3]Se trata sencillamente de entretejer esos espacios en una red virtual que nos haga salir de nuestras comunidades y, al mismo tiempo, nos mantenga unidos a muchos otros hermanos catequistas de otras comunidades
Habitar el espacio virtual, mateniéndonos abiertos a la riqueza de los otros para poder recibir de ellos y, al mismo tiempo, disponibles a sus necesidades para brindarles lo que cada uno tiene. Los detalles y las precisiones ya los iremos pensando juntos. Ahora se trata, simplemente, de decir un “sí” generoso para saber dar y un “sí” humilde para saber recibir.
Pbro. José Luis Quijano
[1] Cfr. Soberón, Leticia, “No basta ser uno mismo. Perfil del tejedor de redes”, RIIAL, 2002.
[2] ChL 32
[3] Del Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI, 2013.